viernes, febrero 23, 2007

Etiquetas removidas


Muchas veces sucede que olvido cosas, pero lo peor de esto es que olvido también lecciones que Dios me ha dado ya. Esta semana tuve la oportunidad de reflexionar en algo que el Señor me había mostrado anteriormente pero olvidé o quizás simplemente dejé de ser conciente de ello.

Curiosamente lo hizo a través de algo muy sencillo. Estos días fue tiempo de evaluar a mis alumnos. Entre ellos tengo a un niño que es bastante distraído, además últimamente ha estado desganado, somnoliento y pareciera estar en su propio mundo. A causa de esto un pequeño grupo de trogloditas preescolares se ha dedicado a hacerle la vida pesada. En esta situación se encontraba el niño cuando comencé a aplicar los exámenes personalizados. Por lo general comienzo con los niños más rápidos para trabajar o que se encuentran más avanzados para tener más tiempo con los niños que requieren de mayor atención y/o supervisión, por lo tanto, programé a este niño en penúltimo lugar.

Mientras hacía su examen, cual no sería mi sorpresa al ver como dominaba a la perfección los contenidos vistos este bimestre y los anteriores y no solo eso, sino superando en tiempo y calificación a muchos, entre ellos, los cavernicolitas anteriormente mencionados. Cuando esto sucedía pensaba en lo mucho que tendemos a etiquetar a las personas, incluso cuando pensamos que no lo hacemos.

Yo lo etiqueté como alguien que necesitaba ayuda extra, sus compañeros como a alguien a quien pueden molestar pues debido a su caracter generoso y afable, nunca responde a sus ataques, incluso los perdona con suma facilidad y olvida la ofensa (eso quisiera yo aprender de él.) Sin embargo, él me demostró mi error y metrajo a la mente una especie de Deja vu, me hizo sentir algo que ya había vivido antes. Muchos veían en mi cosas que no les agradaban, que les parecían insuficientes, menospreciables, sin embargo... alguien tuvo una apreciación distinta de mi, alguien no vio lo que los demás veían en mi, alguien me eligió a pesar de que parecía un error.

Dios me eligió, sin tener yo ninguna virtud para ello, nada de lo que pudiera jactarme, me eligió. Eligió lo necio del mundo para avengonzar a los sabios, para que lo vieran a él a través de mí, me hizo dar el fruto de su amor a los demás. Es increíble ser conciente de nuevo de lo que él ha hecho y cotidianamente hace por mí, me ve de una manera distinta que los demás. Aunque falle, él está ahí para seguir trabajando en mi vida y hacer que su rostro se refleje en mí como el del artesando en la plata que afina.

Mil gracias Dios porque no miras lo que mira el hombre, sino el corazón de tus hijos y lo que tu poder y tu voluntad pueden hacer en ellos.

"Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (...) Para que, como está escrito el que se gloría, gloríese en en Señor."
!a. Co. 1: 27-29,31

4 comentarios:

Carolina García dijo...

¡Qué responsabilidad la de ayudar a formar personas!
Es una pasión que comparto.
Pero también me dobla al ver muchos de sus malos resultados.

Qué bueno que estas escribiendo Anita. Un abrazo.

Lbrito dijo...

Que grandes verdades expones , cuantas veces he tenido que tragarme aun mis propias palabras al juzgar de manera erronea a quien no lo merecía... sigue así que tus palabras me bendicen ...
Saludos desde Chile

La Daniels dijo...

Muy cierto lo que dices, Dios una y otra vez nos tiene que recordar aquello que ya hemos aprendido, ¡que paciencia!
Encima nos damos el lujo de eticar tan erróneamente, pero Dios es buen maestro y nos enseña a aprender de nuestros errores, innumerables veces.
La verdad es que te comprendo, porque yo también tengo tan pocas virtudes o me acostumbré a fijarme más en mis faltas que en mis cosas buenas, que me sorprende que Dios me haya permitido llegar a Él. Y más me sorprende ver a gente, que creo son mucho más capaces que yo, andar a ciegas, sin entender, sin poder creer.
La verdad es que, con mis errores y mis virtudes, agradezco ser lo que soy, prefiero esto a no poder encontrarlo, a no poder creerle, como aquellos intelectuales que me rodean.
Un saludo desde Argentina.
Ana

Anónimo dijo...

muy lindo el texto, felicitaciones

si tenes tiempo pasa por mi blog, y cambiamos links

besosss